¿“Histérica”?, ¡los ovarios!

Alguien me invitó a salir, y le dije que no. La secuencia se repitió un par de veces. Entre malabares, es decir, entre mi trabajo docente, las notas periodísticas que hago, el desarrollo de proyectos, la elección de estar sola-sí, también elegimos estar solas, también podemos ser felices estando solas-, el tiempo que comparto con mis amig@s, le dije que no podía.

Pero cómo iba a decirle yo “no” a alguien que siempre lo había tenido todo. Yo, “histérica”, diciéndole “no”. Eso es imposible.

Toqué el ego machista. Ese que asume que tenés que estar disponible para él, cuando quiera. Ese que asume que trabajas menos que él, o en cosas menos importantes; y que por lo tanto tenés que estar ahí, “vacante”.

Si sonreís, claramente, le estás diciendo que estás a su disposición. Si no sonreís, sos fría. Si tomás una cerveza con amigos sos puta. Si no salís a tomar una cerveza con tus amigos, sos rara o aburrida. Si hacés deportes sos machona. Si no hacés deportes sos nerd.

El machismo atraviesa todas las esferas, todas. Clases bajas, pero también -y no se confundan- medias y altas.

Cuando iba a la universidad un profesor se burlaba de las mujeres en sus clases, parafraseando a Habermas. Nos decía que las mujeres solo servíamos para hacer el té -supuesta actividad que la esposa de Habermas hacía cuando él, el macho culto, se reunía con otros machos cultos a debatir-. Este docente-macho-culto agregaba inmediatamente después de su frase: “es un chiste”. Me pregunto si seguirá habiendo hombres y mujeres que festejen esta forma de “humor”, tan aberrante cuando miramos a Miguel Del Sel pero tan asimilable cuando lo escuchamos de parte de un profesor.

El machismo nos atraviesa. Atraviesa potreros e instituciones académicas. Es portado por fanáticos de Tinelli y por fanáticos de la cultura grecolatina; por hombres y mujeres. El machismo, y la violencia que conlleva, no es solo física. Es también verbal, psicológica. Es simbólica. Es esa eterna búsqueda del macho de querer imponerse, dominar, de querer demostrar una supuesta supremacía frente a la mujer que -“y que te quede bien clarito”- debe estar a su disposición. Porque si no es así: “sos histérica y ya vas a ver lo que te hago”. Es la actitud, cobarde, siempre cobarde, de dañar, de dejar de vincularse con una mujer porque saben que no va a darles eso que esperan o quieren.

Me pregunto cuántas de nosotras entendemos que nuestra vida, es nuestra y de nadie más. De nadie más. Somos nosotras las que decidimos con quiénes compartirnos, cuándo, dónde y cómo.

Ah, y una cosita más: ¿“Histérica”? ¡Los ovarios!.

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